Fue en una de esas ocasiones que la vi, en ese viaje largo a la San Marcos, desbordada nuevamente por la incomodidad propia de las combis y de los 7 meses de mi vientre inmenso y feliz. Sólo cerré los ojos y allí estaba, profunda, intensa, brillante, fija en mí. Aún no sé cómo, pero tu mirada fue lo primero que conocí de ti: tus dos canicas negras, iguales a las mías dicen, sonriéndome a través del tiempo, dándome fe.
Cuatro años más tarde, esa mirada es lo que me define a mí, nunca a ti, mi corazón.
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