lunes, 23 de enero de 2012

EL CARRO QUE PAPÁ NO PERDIÓ

Era algo así

Hace mucho teníamos un carro, un Toyota corona del 85´, un lanchón amarillo con parrilla en el techo y cientos de kilómetros de campamentos, días de playa y viajes en familia. Yo tendría 7 años cuando, súbitamente, desapareció de nuestras vidas. No recuerdo bien las explicaciones sólo que, de algún modo, me quedé con una idea fija que se apoyaba en el entonces carácter parrandero -y legendario- de mi viejo. Ay papá, cómo pudiste perder el carro, "nuestro" carro, cómo pudiste ser tan, tan irresponsable.

Tras muchos años de reproches, de silencios y otros varios de olvidar el tema, hoy mi papá me contó lo que en realidad ocurrió hace 23 años:

"Los terroristas me robaron el carro, tres jóvenes ni de 20 años, de Sendero. Yo me cachuelaba haciendo taxi porque en esa época no alcanzaba, todo subía de precio y los negocios que hacía con Colomural quebraban porque todos los días subían las cosas y así nadie quería nada. Había que comer, que hacer dinero, como sea, a pesar de que tu mamá ya me lo había dicho, qué peligroso Carlos; ay Carlos, no vayas.


Colomural

Fue en la esquina de 28 de Julio con Wilson donde me pararon, era junio del 87, ya empezaba a hacer frío. 3 hombres con pinta de estudiantes, parados al lado de dos policías. Estos no son ni terrucos ni rateros, pensé, ¿cómo sino se pararían al lado de los tombos? A Choquehuanca, San Isidro... 7000 Intis joven, ya maestro. En el camino iba tanteándolos, tratando de que me conversen, se les veía nerviosos, olían a ron o algo así, pero no estaban borrachos. No me miraban, no me respondían, eran jovencitos, universitarios quizás.

Servidos muchachos, llegamos, estiré una mano para que me dieran mi pago, pero ya tenía una pistola en el cuello y otra en la nuca. Bájate carajo, no grites. Cómo se van a llevar mi carro si con esto como. Lo necesitamos para hacer un trabajito, bájate. Yo no quería bajarme, qué voy a hacer sin mi herramienta. Solté el pedal y el carro empezó a marchar solo, instintivamente jale el freno de mano y ellos más nerviosos. Quémalo ya, quémalo, vámonos. Maestro, se lo dejaré en el Campo de Marte a las 10 pm., sólo es prestado, bájese.

Y se lo llevaron. Me tiré al suelo y luego empecé a gritar, un vigilante vino y me llevaron a la Comisaría de Orrantia y de ahí a la Comisaría de San Isidro. Llegue a la casa caminando, entré y tu mamá me vio, le conté y lloramos.

Fui con tus tíos, dimos muchas vueltas, mucho rato, ¿qué haría mañana si no lo encontraba?, ¿qué haría pasado? Pero al día siguiente apareció, botado en una calle de Barranco, una de tus tías lo había visto de milagro cuando iba a su trabajo en un Enatru. Carlos, aquí está tu carro, Carlos corre, ven rápido.

Lo habían chocado, tenía casi zafadas las dos llantas de la izquierda. Tu padrino me ayudó a abrirlo, los desgraciados se habían dado el trabajo de cerrarlo todito y trabar el timón -¿para qué, para qué no se lo roben?- mis 30´000 Intis seguían en el cenicero, dónde tirarían los papeles y la llave. Mi gran error -o no- fue llamar a la policía. Se lo llevaron para investigar y dio conque lo habían usado para asaltar una comisaría en Huaycán. No mataron a nadie o ya lo he olvidado, nada fue igual después de eso. En todos lados los veía, quería meterles el carro por encima. Por el pueblo, decían ellos... ¿y yo qué mierda era, Carolina, qué era?"

Los dientes apretados de mi padre, sus puños cada vez más arrugados, más sabios, su mirada aguadita y su voz quebrada que nunca, nunca, se apagará en mi memoria.

Carolina Gamarra H.

lunes, 9 de enero de 2012

LO QUE ME DEFINE A MÍ





Fue en una de esas ocasiones que la vi, en ese viaje largo a la San Marcos, desbordada nuevamente por la incomodidad propia de las combis y de los 7 meses de mi vientre inmenso y feliz. Sólo cerré los ojos y allí estaba, profunda, intensa, brillante, fija en mí. Aún no sé cómo, pero tu mirada fue lo primero que conocí de ti: tus dos canicas negras, iguales a las mías dicen, sonriéndome a través del tiempo, dándome fe.


Cuatro años más tarde, esa mirada es lo que me define a mí, nunca a ti, mi corazón.